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Sembremos unidad y cosecharemos victorias

  • Francisco Celi
  • 17 mar 2016
  • 8 Min. de lectura

Iniciaremos por decir que la gran mayoría de organizaciones surge de la necesidad de enfrentarse a las injusticias y luchar porque sus aspiraciones se vean materializadas en su favor; nacen envueltas en el manto de las exigencias del día, lo que hace que sus demandas, incluidos los sindicatos, en principio se concreten en las reivindicaciones inmediatas, dando la sensación que el poder de su fuerza, solo estaría destinado para llegar hasta este punto del camino, pero no es así.


No sería justo que en una cancha de futbol donde se enfrentan dos equipos, uno de ellos solo se conforme con patear la pelota, correr la cancha y no haga los goles para derrotar a su adversario. Con esto estamos diciendo que la organización social, cualquiera sea la vertiente donde provenga, no puede contentarse solo con cositas pequeñas, llevamos siglos regateando las migajas que nos arrojan los ricos, y no hemos resuelto nuestros problemas. Debe producirse un viraje en nuestra conciencia, saber que la lucha debe ir más allá de las exigencias del día, que nuestros esfuerzos deben estar encaminados a disputar, y arrebatarle el poder a los poderosos para lograr nuestra emancipación, y construir un sistema social distinto a lo que es el capitalismo. Para alcanzar este gran propósito, es que se requiere de una vigorosa unidad de todos los explotados y oprimidos, tanto de las metrópolis y poblados urbanos, como de las llanuras, laderas, mesetas y páramos de la geografía ecuatoriana, donde habitamos quienes anhelamos un cambio radical de nuestro país.



¿Qué tipo de unidad debe ser ésta?


La lucha por la liberación de los pueblos tiene como eje principal de la unidad a la clase obrera. En nuestro país, esto ha ocurrido frente a los gobiernos del pasado y se reafirma frente al gobierno de Correa. Las fuerzas trabajadoras y populares se unen por su propia voluntad y con sus propias exigencias, sucede, en medio del debate entre iguales, haciendo uso de distintas instancias unitarias y organizativas. Así se va construyendo una sola propuesta programática unitaria y a su vez, un vigoroso colectivo unitario de carácter nacional, provincial, en cantones, parroquias, y comunidades, identifica a los más diversos sectores, sin que pierda en lo más mínimo su contenido de clase.


Para darle una base sólida, debe ser una unidad para la acción reivindicativa y política; unidad en las ideas y pensamiento, que cuente con un solo programa de exigencias, evite la dispersión y cohesione el movimiento, que todos sus integrantes hablen el mismo lenguaje y jalonen para una misma orilla a su base social; sin perder la independencia y normas internas de cada organización. Es una unidad que debe fraguarse en medio del combate al correísmo y demás fuerzas de la derecha, debe volverse más solida e indestructible de jornada en jornada, de batalla en batalla, que sume y acumule nuevos contingentes progresivamente hasta convertirla en el arma principal con la que nos lleve a obtener la victoria definitiva en esta guerra que libramos con los enemigos del progreso de los pueblos.



¿Qué representa la unidad desde el punto de vista clase?


Representa la fuerza y el poder de la clase obrera y demás masas organizadas, representa la independencia ideológica y política de una gama de luchadores sociales, frente a todos los grupos de poder porque ésta se apoya en las demandas de los propios intereses de cada sector, surgen al calor de la lucha y se fraguan en medio de ella. Cada grito, cada consigna, plantón, huelga, movilización, quema de llantas y todas las formas de combate, se juntan en una sola trinchera de ideales y se transforman en mareas humanas volcadas a las calles. Representan la indignación popular, los anhelos de justicia, la búsqueda de un sistema distinto del capitalismo, que nazca de la entraña popular y plasme de manera intangible sus aspiraciones, con un proyecto propio de los oprimidos. Es una unidad para poner fin a todo tipo de injusticia, repotenciar la fuerza de los explotados y transformarla en un verdadero vendaval de la lucha y apoyado en su propia fortaleza, el pueblo dirija los destinos del país, acabe con las cadenas de opresión, construya un mundo de bienestar, de progreso, de realizaciones plenas y no ficticias para todos los hombres y todas las mujeres que viven de su trabajo en el campo y la ciudad.


La unidad ha derrotado a la tiranía y al fascismo. Ningún tirano sale del poder por cuenta propia, ningún fascista cesa las masacres y genocidios por compasión a los pueblos. Hitler en Alemania, Mussolini en Italia, Batista en Cuba, Somoza en Nicaragua, Pinochet en Chile, las dictaduras en Ecuador, fueron echados del poder con la lucha de las masas trabajadoras, costó muchas torturas y vidas humanas, cierto es, pero esos gigantes del horror y la deshumanización ejercieron el poder con las más brutales formas de represión, cayeron derrotados en manos de los pueblos, bajo la fuerza incontenible de la unidad, forjada por millones de hombres y mujeres explotados y oprimidos. Los ejemplos patéticos que registra la historia de la humanidad, evidencian con meridiana claridad, que la unidad de acción de los pueblos es la clave que abre las puertas de la victoria de los oprimidos, vs, la derrota estrepitosa de quienes aparecían como invencibles.



¿Quién se beneficia con la división y quién gana con la unidad?


La división y la mentira, son antivalores promovidos por la clase que hoy detentan el poder, los capitalistas. A ellos les beneficia la división de los movimientos sociales. En el Ecuador, Correa, como legítimo representante de los grupos de poder, sabe que las desigualdades soportadas por la sociedad solo se sostienen con violencia del poder burgués sobre las masas oprimidas; sabe que la justicia no llega de los tanques, fusiles, bayonetas, y demás equipos sofisticados que se utilizan para reprimir a los pueblos; tampoco llega de las “bondades” de las transnacionales, de la libre competencia que pregonan los neoliberales a quienes más ha beneficiado con su política antipopular. Correa promulga una cadena de decretos, ha tomado por asalto la dirección de un sin-número de organizaciones de primero, segundo y tercer grado. Ha inscrito directivas espurias para utilizarlas como soporte de su proyecto capitalista. Busca por todos los medios dividir el movimiento, someterlo con el chantaje, decretos, y la criminalización de la lucha social, sin mirar si son hombres o mujeres, jóvenes o adultos. Todo eso, en función de favorecer y beneficiar a los grupos de poder oligárquico.



A esta acción nefasta y liquidadora de la organización social, le han respondido el FUT, la Conaie, el Frente Popular, la Federación Médica Ecuatoriana, organizaciones de mujeres, profesionales, ecologistas, derechos humanos, y colectivos de distinta índole, que suman su voluntad para estructurar el Colectivo Unitario De Organizaciones Sociales, como la mejor respuesta a los intentos de división del gobierno de Correa; y al mismo tiempo, como la expresión de lucha consecuente, teniendo como principal escenario las plazas y calles del Ecuador, para enfrentar tanto a los sostenedores del neoliberalismo conservador, como a los reformistas modernizadores del capitalismo. Aspecto que valorado en resultados y perspectivas, quien sale ganando con estos pasos unitarios, son los trabajadores y el conjunto de fuerzas sociales que están unidos por intereses comunes y objetivos políticos de gran calado. Por eso han sido capaces de derrotar a Correa en su intento de reelegirse como presidente del Ecuador de manera indefinida.



¿La unidad, consigna, enunciado, o principio?


Pronunciarse sobre la unidad es bastante común en las asambleas y foros sociales; practicarla y concretarla en hechos es la parte más labrada. Este preciado tesoro que está en nuestras manos, debe dejar de ser un enunciado y pasar de las palabras a los hechos. Para quienes anhelan que cuaje en todos sus aspectos, la unidad es entendida como un principio indispensable y permanente para alcanzar victorias. Es una herramienta poderosa en manos de los explotados y un instrumento del cual nos valemos para enfrentar la prepotencia, el abuso, autoritarismo y derrotar a nuestros enemigos.


La unidad debe pasar de lo reivindicativo a lo político. La historia de la lucha social, como los procesos de unidad que se han levantado no cuentan con un modelo preestablecido, ni se calca. La unidad se la construye en el camino en medio de la lucha, se desarrolla, consolida y afirma, al fragor del combate. Los trabajadores y pueblos movilizados y en abierta confrontación, en medio del paro, de la huelga general, levantando la barricada, han botado dictaduras, gobiernos corruptos y autoritarios. Son hechos irrefutables de la unidad de acción. Pero lo ocurrido en las plazas y calles del país, no se ha reflejado en los resultados de los procesos electorales. A las urnas hemos llegado dispersos, la derecha ha sabido aprovecharse de esa desunión para sentirse ganadora y seguir encaramada en el Gobierno.


Los partidos y movimientos de izquierda tenemos una base social que debemos preservarla, no permitir que la derecha se aproveche, ni de un solo voto de esa fuerza que dirigimos, porque sería una traición abierta a los intereses de los oprimidos, una entrega de nuestro propio ejército a manos de sus verdugos. Pensemos por un momento ¿Qué pasaría si esos millones de ecuatorianos movilizados se unen en las urnas hacia una misma dirección? Seguro que la fuerza de la unidad derrotaría a las chequeras millonarias, a las ofertas demagógicas de las oligarquías y al baratillo de ofertas que asoman en épocas electorales. Los ricos no ganan solo con el voto de los ricos, necesitan del voto popular, pero si los pobres que somos mayoría les negamos nuestro voto, ningún rico llegaría a gobernarnos por la vía electoral.



Con la misma sonrisa que marchamos en las calles, con el mismo sentimiento solidario que promovemos plantones y movilizaciones para demandar la libertad de los detenidos en la lucha callejera, con el mismo coraje que hemos levantado el grito de Fuera Correa, fuera, con la decisión con la que defendemos la tierra, los derechos sindicales, el rechazo a los decretos anti-populares, con la pasión que hemos defendido la vida, las libertades y la soberanía; con esa misma disposición debemos avanzar hacia la forja de una instancia que nos lleve unidos a enfrentar las elecciones del 2017. Si fuimos capaces de derrotar a Correa tomándonos las plazas y calles del país, para el 2017 enarbolemos una sola propuesta de los de abajo y con ella, derrotemos al correísmo y demás opciones de la derecha. Veremos el fruto de la unidad en nuevos niveles.


Es hora de dar un salto histórico, de acrecentar la fe en nuestras propias posibilidades, de valorar nuestros propios líderes, si ellos son buenos para la lucha en defensa de nuestras demandas, lo serán mucho mejor para gobernar el país. Si con ellos caminamos de la mano en el paro, el levantamiento indígena, en defensa de los derechos humanos, por la tierra, los salarios, la vida y las libertades, es un mandato ir juntos a las urnas con ellos a la cabeza.


Desechemos las opciones de la derecha porque son proyectos de esclavitud y continuación de las injusticias, eso nos divide y desarticula, nos debilita y quita fuerza a nuestra lucha, nos vuelve esclavos de la ignominia y bloquea nuestros pasos hacia la consecución de nuestra libertad. Caminemos con nuestros propios pies, finquemos la esperanza en la forja de un gran frente de fuerzas sociales, democráticas, y de izquierda, abramos los espacios necesarios para que a este frente vengan todos los luchadores sociales, los desilusionados del correísmo, los que se inscriben en la búsqueda de un nuevo Ecuador, sumemos a los que defienden la soberanía y quieren una patria libre de la dependencia extranjera, todos los que luchan por un mundo de bienestar. Unidad para acabar con las cadenas de la explotación, unidad para liberarnos de la opresión, unidad para ser los conductores directos de nuestros propios destinos, unidad para derrotar a todos los que exhiben propuestas del pasado, unidad para construir un futuro de dignidad y porvenir. Con los pobres todo, con los ricos nada.


Nos han demostrado hasta la saciedad que ellos no velan por nuestros intereses. Cada cambio de gobernante o reelección de ellos, termina en un desencanto de millones de ecuatorianos.

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