Mi pana Sebastián
- Francisco Grazón Valarezo
- 19 nov 2015
- 2 Min. de lectura
En Sebastián Cevallos resalta el pulido acento cantarino de los azuayos al hablar, pero veloz, cual rápido pistolero del oeste saca la cédula y advierte que es orense. La luce ostentoso a cuantos quieran verla. Soy machaleño dice, mi cédula comienza con el 07. Presiento que esa valiosa aclaración la hace solo cuando visita Machala.
Sebastián es un inteligente pelado de escasos 33 años que compensa su juventud con una robusta fortaleza ideológica y un enfoque magnífico del criterio político. Siempre hace noticia. Cuando en el 2005 presidía la FEUE estuvo a la cabeza de las movilizaciones que terminaron con la caída de Gutiérrez y en una gran asamblea provincial fue nombrado gobernador del Azuay.

Estos días, mi pana hizo noticia nacional cuando fue sentenciado a la cárcel por un tuit que no le gustó al Poder. Dicen que es el primer tuitero sentenciado en el Ecuador.
Esa palabra, “sentenciado,” se realza cuando se trata de muchachos y de patriotas como Sebastián.
¿Quién lo sentenció? Unos pobres diablos esbirros del gobierno, de un gobierno mediocre y vulgar que ha contribuido como ningún otro en la historia a denigrar, a perseguir a la izquierda, que busca aniquilarla, borrarla de la vida política, que no entiende que los revolucionarios como Sebastián se crecen frente a la adversidad, que los afanes por lograr una patria nueva son más grandes que las sentencias y los agravios que puedan provocarle.
¿Por qué lo sentencian? Porque unos presumidos fantoches han creído que revolución es viajar de vacaciones y de compras a Europa en primera clase, y encajar a toda su parentela en los mejores puestos, con los mejores sueldos. Sebastián denunció esto en el tuiter y no les gustó.
Las viejas mentes oligárquicas disfrazadas de revolucionarias comparten con furor cualquier tipo de odio contra los líderes que asumen el riesgo de orientar la lucha de los pueblos, no hay diferencias entre ellos cuando se trata de encarcelar, perseguir, enjuiciar, asesinar a quienes guían el camino para batallar contra su sistema de privilegios. Y mi pana Sebastián es uno de esos guías.
Soberbios, se sienten autorizados a castigar porque tienen a su favor jueces rastreros, buscan mostrarse como sumos sacerdotes de la moral vapuleando a los opositores y pretenden doblegarlos para que no denuncien sus porquerías.
La agresión, la cárcel y las injurias a nuestros compañeros nos duelen, las sentimos como una agresión a nosotros, por eso vigorizamos nuestra acción para liquidar ese derecho que suponen tener los retrógrados que creen vivir en la colonia.
Sabemos que enfrentamos una feroz batalla de ideas contra el viejo Poder, y que en esa batalla los golpes se dan y se reciben, y sabemos que esta sentencia es una decisión política que no tiene nada de legal, que es una venganza a la ofensiva desarrollada por la izquierda en los últimos meses.
Y sabemos también que esta represalia no minará el espíritu de Sebastián. Caminará erguido a cumplir su injusta condena con altiva indiferencia, como lo han hecho tantos revolucionarios y al final, para desazón de los soberbios, saldrá de la prisión más fortalecido para continuar la faena.
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