Las voces de Agosto
- Ricardo Naranjo
- 17 ago 2015
- 2 Min. de lectura
Cuando Rafael Correa hacia referencia al “Paro Nacional” y a la “Marcha por la dignidad” convocada por las Centrales Sindicales, el movimiento indígena y numerosos sectores sociales; hablaba de conspiración, de fracaso, de “unos cuantos ponchos dorados, aliados con pseudodirigentes sindicales que no dirigen a nadie y la engreida burguesía de Quito”. Llamaba a que el pueblo derrote esta “conspiración” y salga a defender la democracia, cuide sus carreteras y rechace a los “golpistas”.
La marcha llegó a Quito y en todas las ciudades superó con creces a los contados correistas que -voluntaria o forzadamente- se dieron cita para pretender provocar a los marchantes, en su trayecto se fortaleció, recibió la solidaridad de las personas que aplaudían y coreaban las consignas a su paso. El Paro del Pueblo se desarrolló con éxito en la gran mayoría de las provincias del país, en este confluyeron plantones, marchas, mitines, bloqueos de vías, etc. Cientos de miles de personas se incorporaron a la lucha en las calles sin necesidad de montar ferias, festivales y todo tipo de chantajes como lo hizo el oficialismo. La resistencia indígena persiste afincada en el histórico Parque “El Arbolito”, las movilizaciones no han cesado en todo el país y van a continuar a pesar de la represión, la agresión y la detención de varios luchadores.

La realización de la marcha, el levantamiento y el paro del pueblo son de por sí victorias, puesto que derrotaron la prepotencia, la campaña de desinformación, los mañosos “planes”, la represión, la provocación y todo el aparataje del estado volcado en contra de la oposición popular. Abre la perspectiva de nuevas luchas y de nuevas victorias, ratifica la justeza de las banderas que fueron levantadas y plantea nuevos desafíos para los sectores sociales y el pueblo en general. Se incorporaron nuevos sectores, se fortaleció la unidad de los que luchan, se mantuvo la independencia popular frente a los grupos de poder que, presionados por la fuerza que cobraron las acciones, tuvieron que marchar en determinados lugares, buscando no aislarse, sin que dirijan ni protagonicen ninguna acción. ¿Qué tiene que decir nuestro mandatario ante esta realidad? Lo mismo de siempre, el mismo y trillado discurso que pretende menospreciar la lucha social, buscar una inexistente unidad entre izquierda y derecha, autoproclamarse “llave del futuro” contra el pasado con el que quiere vincular la movilización, etc. A lo cual se suma la declaratoria de “estado de excepción” para -supuestamente- combatir la desinformación frente a la reactivación del volcán Cotopaxi que -según parece- se suma a las protestas.
Con todo esto deja en evidencia su debilidad, su fracaso y la incapacidad para dar respuestas a las justas demandas que motivan las protestas. Mientras tanto, desde el polo popular se sigue organizando la lucha en contra de las medidas antipopulares y en la búsqueda de una verdadera transformación que beneficie a las mayorías y no a las viejas o nuevas élites. Ninguna maniobra, ninguna engaño, provocación o acto represivo debe frenar la lucha hasta que conquistemos la verdadera patria nueva.
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