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La Operación Astrolabio

  • Foto del escritor: Unidad Popular Ecuador
    Unidad Popular Ecuador
  • 23 jul 2015
  • 3 Min. de lectura

O como se llame, pero el caso es que todas las fuerzas políticas, de inteligencia, propaganda y represión dependientes del gobierno se han activado con motivo del Paro Nacional Popular que se efectuará en el Ecuador el 13 de agosto. Así se desprende de los actos y declaraciones públicas del Presidente y de su Estado Mayor.


El dato público más curioso es la licencia que Rafael Correa ha concedido a Ricardo Patiño para que deje por dos meses su puesto como Ministro de Relaciones Exteriores, “baje a las bases” y consiga el regreso de la disgregada militancia de Alianza País a las calles. Cuenta para que este mariscal retorne a filas es que el 30 de septiembre se apoderó de los micrófonos de todas las radios y televisoras del país para llamar a las calles a la población de Quito.

Entonces se argumentó que este llamado a tomarse las calles civil era legal (de lo contrario ya estaría enjuiciado por terrorismo) ya que se trataba de salvar al régimen, pero el prestigio de Patiño subió a los cielos y desde entonces quedó en las reservas para las convocatorias de emergencia.



Sin embargo no es nuevo en esto de organizar a los grupos puesto que lo hizo mientras era activista de las organizaciones cristianas de base y más tarde como ministro del Litoral, de Economía y Coordinador Nacional de Política y además, según la biografía oficial, Asesor Económico de la CEDOC-CUT. Es un hombre de confianza absoluta y por tal razón se le permite cantar dúo y dar conciertos en las tarimas políticas.


Pero las condiciones actuales no son las mismas porque los escenarios políticos han cambiado. En vista de la falta de aceptación popular y del cansancio de los empleados públicos para asistir a las marchas oficialistas, Rafael Correa ha declarado que la misión de Patiño será la de poner en dos horas diez mil personas en la Plaza Grande, en lo que constituye un grito de guerra contra Quito y contra el Paro Nacional de los Trabajadores.


Los esfuerzos de la ex izquierdista Doris Solís para organizar los Comités de Defensa de la Revolución Ciudadana van rumbo al fracaso y más aún el trabajo de la Secretaria de Gestión Política, Viviana Bonilla pues no se traducen en el aumento de la aceptación popular al régimen y menos aún en el interés de salir a las calles y acudir a las plazas. Entonces llaman a Patiño y esperan diez mil personas en la Plaza Grande, lo cual será harto difícil porque el último llamado de Patiño a la gente de Alianza País el 25 de junio produjo una asistencia que dio lástima. Nadie sabe cómo podrá contrarrestar la presencia de miles de trabajadores en todo el país.


Apenas resolvieron los dirigentes populares la fecha del Paro, inició la operación con el desprestigio verbal desde las sabatinas. La primera lección dice que hay que deslegitimar la movilización popular y a sus dirigentes. Hay que buscar consensos y construir hegemonías, aunque sea desde arriba, algo así como escribir guiones para que los sigan los desesperados dirigentes de la ahora ya no eterna Revolución Ciudadana.


La segunda es acelerar la desesperada estrategia de los diálogos que buscan “mayor equidad y justicia social”, palabras huecas que soslayan las grandes exigencias de los trabajadores y el pueblo, referidas a reforma de leyes, las enmiendas constitucionales, la represión, educación, minería, agua y tierra. Para el efecto los ministros, asambleístas, y los dirigentes sectoriales de Alianza País conversan con escasos oyentes que además terminan recordándoles, carpeta en mano, los ofrecimientos y las promesas incumplidas.


Viene a continuación la campaña de propaganda a través del aparato mediático más grande en la historia del Ecuador, encabezado por los 34 medios que trabajan para el régimen y centenares de medios privados o comunitarios que por contratos o por cumplimiento de lo que dispone la ley, deben reproducir las cadenas nacionales, suspender los programas de opinión o noticias con aclaraciones, disculpas, rectificaciones. Los voceros que según el Aparato tienen mejor imagen como Cordero, el propio Correa, Carlos Carrasco, Fausto Cayambe no cesan de concurrir a los medios de comunicación para recitar la misma palabrería electorera. Cuidan también que no aparezcan los más negativos como Augusto Espinosa o Fredy Ehlers.


Los cuerpos represivos se ponen a trabajar bajo las órdenes de los mandos militares y policiales y de la SENAIN (Secretaría Nacional de Inteligencia) a pesar de las denuncias sobre las violaciones a la privacidad realizadas por el periodista Julian Assange en sus páginas wikileaks. Abogados, fiscales, jueces y más empleados del régimen se alistan pero no toman en cuenta un pequeño detalle: el pueblo perdió el miedo, se cansó del desgobierno, la carestía de la vida, las promesas incumplidas y el clima de violencia oficial. El paro es inevitable y goza de gran apoyo social.


 
 
 

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