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El postcorreìsmo debe ser un GOBIERNO POPULAR

  • Foto del escritor: Unidad Popular Ecuador
    Unidad Popular Ecuador
  • 10 jul 2015
  • 4 Min. de lectura

La desesperación cunde en el gobierno de Correa. A la habitual organización de las cada vez más débiles contramarchas y la monótona (millonaria) propaganda oficial; en estas semanas, de una creciente movilización social, se revela una estrategia política que pretende evitar el desplome de la popularidad del correísmo a partir de dos recursos: 1. El aprovechamiento de la religión y la fe de las masas a propósito de la visita oficial de Mario Bergoglio, como representante de la iglesia católica. La acción gubernamental de tratar de moldear las encíclicas papales con el discurso oficial de Carondelet tiene un propósito utilitarista, pues subordina la figura del principal del Vaticano y la simpatía de importantes segmentos de la población por su visita al beneficio que pretende alcanzar como resultado final; mismo que proyecta calmar las tensas aguas de las movilizaciones de la oposición y recomponer sus fuerzas para continuar empujando su proyecto político derechista. 2. Profundizar la indeterminación de los actores de las oposiciones como si se tratasen de uno solo. Sostenemos esto porque el correísmo utiliza una lógica maniquea que acredita como bueno a su proyecto político derechista burgués, mientras que embiste a la oposición, independientemente de su carácter, como golpista y representante del pasado. El propósito del maniqueísmo gubernamental es negar la existencia de dos oposiciones en cuanto a sus actores, intereses y propósitos. Es por ello necesario diferenciar: - La oposición popular y de izquierda que reúne al movimiento social y sindical organizado de la juventud, los trabajadores y los pueblos que recuperó paulatinamente su capacidad de movilización en cada jornada nacional convocadas por las organizaciones populares desde hace más de un año atrás. Si bien el núcleo fundamental de estas movilizaciones es la clase obrera, los trabajadores; alrededor de sus exigencias iniciales se tejieron un conjunto de justas reivindicaciones reclamadas por sectores que se adhirieron a su acción y constituyeron colectivos unitarios de coordinación de la lucha, quienes calificaron sus iniciales consignas economicistas-reivindicativas hacia una sola central con importante carácter político: ¡Fuera Correa, Fuera! - La oposición oligárquica de Lasso, Rodas, Nebot y Gutiérrez que encabezan movilizaciones en determinadas ciudades y sectores donde ejercen un liderazgo local; no rechazan la mayor concentración de la riqueza en manos de la burguesía impulsada durante los años del correísmo, sino sus pugnas se deben a que ciertos grupos económicos no fueron del todo beneficiarios de dicha repartición dolosa de la riqueza como si usufructúan otros monopolios aliados al presidente de la República. Por ello las exigencias fundamentales se circunscriben al archivo de los proyectos de Ley de herencias y plusvalía; además que demandan una serie de rectificaciones presidenciales, también direccionadas por las Cámaras de la Producción que son habituales comensales de Carondelet. Sin embargo, frente al crecimiento del descontento popular anticorreísta, estas facciones de la burguesía pretende hacerse del poder que está en manos de otros monopolios; por lo que no descartan la tesis de pescar a río revuelto. Existen entonces tres corrientes en el Ecuador actual: a) un correísmo cada vez más debilitado que apuesta por la continuidad de su proyecto político, b) una oposición de derecha dispersa y territorialmente localizada que a pesar de pedir rectificaciones a un gobierno también burgués, no desestima la posibilidad de un recambio oligárquico; y, c) una oposición popular y de izquierda que está unificada y fortalecida, poseedora de un radio de acción en las diferentes provincias del Ecuador; además que impulsa la tesis de derrotar a Correa en las calles y a partir de ello constituir un gobierno popular. Esa posibilidad cierta de la caída del gobierno abre una incógnita acerca de quién asumirá la vacante. Algunos adeptos del régimen pretenden dispersar la movilización social con el argumento que Correa es el mal menor, que sería peor la sucesión de Jorge Glass o Gabriela Rivadeneira, que si asume el poder Lasso, Nebot o Rodas sería volver al pasado; etc. Pero detrás de esos argumentos se configura una concepción errónea de la historia, según la cual existirían individuos predestinados para gobernar y que su rol es indispensable en el futuro de los países. Esta concepción individualista y mesiánica que niega el papel de la juventud y los trabajadores, de los pueblos; tiene el propósito de alejar a las masas de explotados del ejercicio del poder que lo ejecuta una persona con improbadas cualidades innatas de líder. Nada más falso y alejado del significado de la democracia (gobierno del pueblo). De tal manera que la propuesta burguesa de mantener a Correa en el poder, la sucesión presidencial o el recambio oligárquico en realidad constituye una monocracia (gobierno de uno) al servicio de los monopolios y las transnacionales.


Por ello la pertinencia de que el postcorreísmo sea un gobierno popular, pues se trata del ejercicio pleno de la democracia ejercida directamente por las masas, que se transforman de víctimas del Estado y sus representantes en sujetos protagonistas de la sociedad; pues definirán, planificarán, ejecutarán, controlarán y evaluarán las políticas públicas. El gobierno popular proyecta sus cimientos sobre la participación real de quienes protestan en las calles y su proyecto político a desarrollar son las reivindicaciones de los diferentes sectores sociales independientes de la oligarquía; por lo tanto, dejará sin efecto todas las medidas antipopulares y antinacionales del régimen actual. Entonces el gobierno popular es el autogobierno de las masas de jóvenes y trabajadores, de los pueblos, sin la participación de la burguesía correísta ni banquera. Por ello es indispensable demarcar posiciones con la derecha, tener una posición independiente de quienes nos gobiernan y nos han gobernado para evitar que la unidad y lucha de los de abajo no sea aprovechada una vez más por la oligarquía. De allí que debemos replantear la consigna de ¡Fuera Correa, fuera!, por la de ¡Fuera Correa, Gobierno Popular! Lcdo. Francisco Escandón Guevara

 
 
 

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