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Corrupción en los "gobiernos progresistas" y no progresistas

  • Daniel Carbo
  • 1 jun 2015
  • 2 Min. de lectura

Hace más de diez años en América Latina ganaron propuestas de cambio,aquellas que iban a enfrentar todos los vicios que atrás dejaban losneoliberales: privatizaciones, corrupción, pobreza. Ofrecimientos que iban acompañados de un cambio radical en lo ético y moral, mandatarios queprometían ser la expresión de la nueva política. Sin embargo, estos cantos desirena se iban con la llegada de los mismos casos de corrupción que tanto habían denunciado de los gobiernos neoliberales. Los hechos hablan por sí solos, los autodenominados “gobiernos progresistas” en América Latina son ejemplo de inmoralidad, corrupción, demagogia; queno han solucionado los problemas reales de desigualdad. Sus prácticas siguenrepresentando los intereses de las clases que nos explotan. Además, se enriquecen a base de la corruptela.


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Algunos casos que hoy están presentes en la indignación de los pueblos deNuestra América, muestran que los gobiernos post neoliberales son lo mismode lo mismo. En Chile, el hijo de la presidenta involucrado por tráfico deinfluencias en el “caso Coval”, un millonario negocio inmobiliario, tanto que su madre Bachelet, al no poder ocultar este tremendo acto de corrupción, hatenido que botar a su “pobre hijo”, pero sin pedir su encarcelamiento. En Brasil se lava dinero en Petrobras y ¿quién es el principal sospechoso? Vaccari, tesorero del PT. Imposible creer que Dilma o Lula no sabían nada. EnArgentina el vicepresidente Amado Bouduo es acusado de enriquecimiento ilícito, y existen denuncias, hasta la fecha no esclarecidas, del crecimiento enel patrimonio de la familia Kirchner Fernández en un 200%. En Bolivia,tomemos las palabras de Evo Morales a propósito de las últimas eleccionesseccionales: Donde hemos perdido es por culpa de los alcaldes del MAS, hicieron mala gestión. Es voto contra la corrupción, así lo siento. A confesiónde parte relevo de prueba. Y en los “no progresistas” las cosas son similares. En Guatemala la vicepresidenta tuvo que renunciar por sus vínculos con una red de corrupción aduanera. En Colombia la influencia paramilitar y delnarcotráfico están presentes. Y en la mayoría de estos casos la impunidad es laregla.


Y al final del cuento, ¿quiénes somos los jodidos? el pueblo que día a día trabaja para generar la riqueza de nuestros países, que al final de la jornada sela llevan unos cuantos, repartiendo su sudor en lobbies y maletines. Esto nos lleva a la conclusión de que mientras el sistema sea capitalista y sigangobernando los mismos de siempre, aunque se vistan de ovejas, nos seguirán robando y poniendo en la miseria. Mientras el pueblo no sea el que fiscalice y dirija los destinos de sus naciones, seguirá la corrupción, la inmoralidad.

 
 
 

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